"Huyendo"
Sabado 11, Abril 2009
Hace tiempo que vengo huyendo de mi misma, que escribo entremezclando las cosas más banales con los sentimientos más profundos que azotan mi alma. Hace tiempo que intento disfrazar en lo que escribo, la media mitad de lo que siento, la media mitad de lo que no. Hace tiempo, porque parecen tener remitente mis letras, y no escribo con la sinceridad habitual, no hago uso de mis impulsos, porque quién lee puede leerse en ellos. Y no quiero contar con quién pasé la última noche, si es que estuve acompañada, porque temo que sea pasión, porque temo, que sea refugio, porque temo lo que siento, lo que no siento, porque temo pedirte que vuelvas a arroparme.
Hace tiempo que vengo medio mintiendo, porque una no debe escribir a quién está implicado en lo que escribe, las cartas de amor son para enviarlas a ese amor, ese que con mirarte a los ojos, cuando la noche cae, cuando medio centímetro aleja tu nariz de la suya te sabe decir sin palabras que es el único lugar en el que se quiere encontrar, a un palmo de sentir tu alma dentro de él, a un palmo de que tú sientas su alma dentro de ti, y las de desamor son para guardarlas, porque el desamor es injusto, para quién lo siente, y para quién cree haberlo provocado. Yo no poseo, ni lo uno, ni lo otro, o tal vez poseo una mezcla de ambos, que he ido amasando con los años.
Tengo casi veintinueve, y, por primera vez en mi etapa de pequeña adulta me siento perdida, demasiado vulnerable para todo, con demasiados sentimientos contradictorios, uno debería amar una vez en la vida, amar única y exclusivamente a la persona que fuese capaz de complementar su mitad, pero la vida es mucho más que eso , el amor golpea fuerte nuestras puertas una vez, y si tropiezas, vuelve a llamar, el mismo amor, ese que ves marchar, paralizada, quietina.
Hace tiempo que vengo huyendo de mi misma, que escribo entremezclando las cosas más banales con los sentimientos más profundos que azotan mi alma. Hace tiempo que intento disfrazar en lo que escribo, la media mitad de lo que siento, la media mitad de lo que no. Hace tiempo, porque parecen tener remitente mis letras, y no escribo con la sinceridad habitual, no hago uso de mis impulsos, porque quién lee puede leerse en ellos. Y no quiero contar con quién pasé la última noche, si es que estuve acompañada, porque temo que sea pasión, porque temo, que sea refugio, porque temo lo que siento, lo que no siento, porque temo pedirte que vuelvas a arroparme.
Hace tiempo que vengo medio mintiendo, porque una no debe escribir a quién está implicado en lo que escribe, las cartas de amor son para enviarlas a ese amor, ese que con mirarte a los ojos, cuando la noche cae, cuando medio centímetro aleja tu nariz de la suya te sabe decir sin palabras que es el único lugar en el que se quiere encontrar, a un palmo de sentir tu alma dentro de él, a un palmo de que tú sientas su alma dentro de ti, y las de desamor son para guardarlas, porque el desamor es injusto, para quién lo siente, y para quién cree haberlo provocado. Yo no poseo, ni lo uno, ni lo otro, o tal vez poseo una mezcla de ambos, que he ido amasando con los años.
Tengo casi veintinueve, y, por primera vez en mi etapa de pequeña adulta me siento perdida, demasiado vulnerable para todo, con demasiados sentimientos contradictorios, uno debería amar una vez en la vida, amar única y exclusivamente a la persona que fuese capaz de complementar su mitad, pero la vida es mucho más que eso , el amor golpea fuerte nuestras puertas una vez, y si tropiezas, vuelve a llamar, el mismo amor, ese que ves marchar, paralizada, quietina.
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