“Jesucristo es el camino, búscalo”
“Jesucristo es el camino, búscalo”. Estas eran las palabras que quedaban sanas en la columna del juzgado, las esvásticas estaban casi minuciosamente borradas con la pintura que, tal vez , hace años no usan para el resto de la pared. De cada tramo de seis “butacas cochambrosas”, dos se hallaban en el suelo, pero no es problema, allí estábamos todos perdiendo la eterna mañana, buscando a Jesucristo entre risas por lo absurdo de la situación.
Uno de los policías fue el mismo que, una noche de visita a David*, mi ex amigo que seguramente nunca llegó a serlo, se obceco en que me tomase un cafetín con ellos, en recordarme que estaba mucho más guapa que aquella tarde de “yo sin mi coche”, que me notaba cambiada, cuando el único cambio que había era que ya no tenía a quién echar de menos porque estaba de viaje, con quién desear ir a acurrucarme, y que evidentemente, estaba menos triste, porque el tiempo iba pasando. Recuerdo llevar el pelo liso, por lo que el único cambio era que había destrozado mis rizos a base de peine y secador. David* esperaba y yo no soy de tomarme cafés con quién no conozco.
También recuerdo, que aquella noche, desperté sintiéndome extraña entre caricias extrañas. Cuando regresé a casa al día siguiente estaba igual de triste que la tarde de “yo sin mi coche”, echando de menos a alguien que no estaba de viaje, pero que no estaba, y echando de más a un clavo que no supo…sin más.
“Jesucristo es el camino, búscalo”, he pasado momentos más y momentos menos, y en ninguno de ellos he echado mano de mi fe, o de mi no fe, he echado mano del amor, del de mis amigos, del de mis padres, siempre he tirado de él, por lo que me cuesta entender esa dichosa frase, me resulta bastante egoísta, hacer el mal, y buscar a un señor llamado Jesucristo.
*David es un nombre ficticio que nada tiene que ver con la realidad, he querido preservar la intimidad de David, llamándolo con un nombre que nada tiene que ver con él.
Uno de los policías fue el mismo que, una noche de visita a David*, mi ex amigo que seguramente nunca llegó a serlo, se obceco en que me tomase un cafetín con ellos, en recordarme que estaba mucho más guapa que aquella tarde de “yo sin mi coche”, que me notaba cambiada, cuando el único cambio que había era que ya no tenía a quién echar de menos porque estaba de viaje, con quién desear ir a acurrucarme, y que evidentemente, estaba menos triste, porque el tiempo iba pasando. Recuerdo llevar el pelo liso, por lo que el único cambio era que había destrozado mis rizos a base de peine y secador. David* esperaba y yo no soy de tomarme cafés con quién no conozco.
También recuerdo, que aquella noche, desperté sintiéndome extraña entre caricias extrañas. Cuando regresé a casa al día siguiente estaba igual de triste que la tarde de “yo sin mi coche”, echando de menos a alguien que no estaba de viaje, pero que no estaba, y echando de más a un clavo que no supo…sin más.
“Jesucristo es el camino, búscalo”, he pasado momentos más y momentos menos, y en ninguno de ellos he echado mano de mi fe, o de mi no fe, he echado mano del amor, del de mis amigos, del de mis padres, siempre he tirado de él, por lo que me cuesta entender esa dichosa frase, me resulta bastante egoísta, hacer el mal, y buscar a un señor llamado Jesucristo.
*David es un nombre ficticio que nada tiene que ver con la realidad, he querido preservar la intimidad de David, llamándolo con un nombre que nada tiene que ver con él.
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