"Largo , pesado y ojeroso"

Ha sido un fin de semana extremadamente agotador, extremadamente largo, pesado y ojeroso.

He pasado una de las noches más largas que recuerdo, no recuerdo una así de lamentablemente agotadora desde que dejé atrás el insomnio, ahora reconocido y asumido insomnio emocional.

He tenido mil horas por delante , mil horas sin sueño, sin emociones, tan solo agotamiento, mucho agotamiento.

Ha pasado, ha pasado, pesado y pasado de nuevo. Tras mi no noche de diversión, mi no noche de no dormir, no he dormido, por el temido acto de dormir el medio día entero que ha quedado libre, y pasar de nuevo la noche en vela, esta vez con la mente desocupada de trabajo, exhausta , y expuesta a cualquier tipo de sentimiento contradictorio, de esos que una no quiere saber sentido dentro.

Me he escapado a última hora de la tarde, cuando la noche comienza a ser temprana, me he escapado a casa, tengo la maldita costumbre de llamar casa a aquel lugar donde me siento cómoda, aquel lugar donde el olor que se respira me gusta, me relaja.

Podría enumerar los lugares a los que he llamado “casa” con parte de los dedos de mi mano. Y se han caído de golpe millones de recuerdos en mi regazo, algunos como losas, otros suaves, dulces, llenos de melancolía y nostalgia.

Nunca he tenido problema para cambiar, para vivir en un lugar u otro, pero si bien es cierto, he vivido en muchos lugares, a los que no guardo ni cariño, ni una sensación que evocar en mi mente, lugares que me provocaban frío, vacio, o simplemente un no sentir ese “estar como en casa”.

He mirado la chimenea, sin fuego que atizar, he recordado cuantas veces lo he prendido para crear una atmosfera propicia para dejar fluir mis emociones, mi yo más escondido, mis silencios. Estaba ahí, como sola, como yo a veces me siento.

Me he traído de vuelta el olor a “casa”, y una mezcla de tristeza tan nítida que casi no puedo tocarla, que casi no puedo dejarla ir.

Esa chimenea ha evocado otra chimenea, mi falta de sueño y el frío de la casa vacía, me han hecho sentirme demasiado fría, demasiado sola, demasiado cansada como para obviar que vuelvo a extrañarte demasiado, y eso me da miedo, me da miedo creer que te estoy queriendo sin haberme dado cuenta. Ahora, que ya no prendemos el fuego juntos , abrazados, me da miedo haber dejado a mi corazón, sentirse como en casa dentro de las paredes que te dan cobijo.

Ha sido un fin de semana extremadamente agotador, extremadamente largo, pesado y ojeroso.

Comentarios

Entradas populares