"De un domingo frío de Otoño, un café volcánico y un corazón templado"



Buenos días mi querido domingo, mi querido café; buenos días corazón, ¿qué tal anda el mundo por ahí dentro? Vengo con tiempo y ganas; todo mi tiempo es tuyo, todas mis ganas también.



Ya nada es como antes, hoy es cuando nos damos cuenta que nada es como cuando nuestra primera historia se rompió. El nudo en el estómago está, agarrando fuerte las entrañas. La sensación de perder está, acariciando las palabras si alguien pregunta qué tal va todo. Pero lo que es, es, y lo que no, no es; sin más. El mundo sigue avanzando, la vida sigue avanzando, y nosotros, querido corazón, ya sabemos cómo recoger los pedazos que han quedado en el suelo para avanzar con ellos, entendiendo cuál no es nuestro lugar.

Y despiertas después de tanto tiempo frío, caliente en el frío; con tus millones de caricias, con tus millones de susurros, con tus millones de miradas agolpándose, esperando… y de nuevo encuentras frío. Ahora que supiste salir de tu escondite, solo queda el frío, y tu calor, tan suyo que no puede llegar a imaginarlo.

Ya sé que esperabas tanto… ambos supimos siempre que ir a aquella segunda cita era abrir de par en par el cajón de las emociones, de las ilusiones; ya sé que ambos supimos siempre lo que nos jugábamos. Por eso tardamos tanto en ir, por ese miedo a perder tanto, tan bonito, tan maravilloso, tan de piel con piel, de alma con alma. Fuimos sabiendo que te quedarías allí, en aquellas sábanas, en aquellas caricias, en aquel amor, en aquella pasión… y te quedaste, con todas las consecuencias… ¿Más café corazón?


Y ahora despiertas, domingo, buscando a tu lado, acurrucando tu mañana en la idea de saborear sus caricias, de repartir las tuyas... despiertas con demasiado amor, sin saber qué hacer con él, con demasiadas ganas de mimos, con demasiado calor dentro y demasiado frío fuera. Y ahora despiertas sabiendo que en un juego de tres, uno siempre pierde; que lo supiste desde el principio, que dejaste de saberlo creyendo más fuerte el amor sentido, y volviste a saberlo ahora, que esperan por ti los pedazos rotos, este domingo de otoño, este café volcánico, tus ganas, las mías y yo.

Buenos días mi querido domingo, mi querido café; buenos días corazón, ¿qué tal anda el mundo por ahí dentro? Vengo con tiempo y ganas; todo mi tiempo es tuyo, todas mis ganas también.

Entradas populares