"Ánimo Buelito"

Es de esperar que estos días escuchemos, lo buen padre que era, lo buen amigo , lo buena persona. Es de esperar…

Se nos ha ido , así, sin más, inesperadamente, como cuando en su amado valle cae la niebla y lo cubre todo.

Tal vez estas sin duda, sean las letras más tristes que poseo, pero son estas, sus letras, las de sus niñas, las de su niño, las de su mujer y las de sus nietos.

Papí era así, espontaneo, despistado lo que hacía que a veces pareciese hasta despegado, pero era mimoso, y alegre, muy, muy alegre, y nos amaba a cada uno de nosotros de la única forma que ha sabido amar, intensamente.

Recuerdo ahora todo lo que nos ha enseñado y se me clavan sus lecciones como espinas, una a una, en cada borde del corazón, que duele, y mucho. Pero tengo claro, que esas espinas se volverán algodones en nuestras almas, y nos llenaran de caricias cuando el tiempo haga que deje de doler,… tan fuerte.

Papá amó sobre todas las cosas, amó, hasta a todos aquellos que, inexplicablemente para nosotros, nunca le amaron, y nos enseñó, a querer incluso no siendo queridos.
Le hemos visto llorar como un crio, por faltarle, por faltarnos, todo ese amor que buscó a lo largo de su vida, que incluso suplicó recibir.

Ya no hay vuelta de hoja, ya no hay marcha atrás, ya ese amor que el tanto deseó en vida, nunca le podrá llegar, tal vez esa es la espina que más se clava en mi corazón, saber que todos aquellos que no le amaron, ya no tienen capacidad de descubrir todo el amor que él guardaba, como un niño pequeño abandonado que espera el regreso de quién lo dejó.

No teníamos al mejor padre del mundo, ni al mejor marido del mundo, ni al mejor abuelo del mundo, pero si teníamos al mejor padre, al mejor marido y al mejor abuelo de nuestro mundo.

Adoraba este lugar, y así nos lo hizo sentir desde pequeños, amaba a la gente del Valle, y ese amor también lo hizo crecer en todos nosotros.

Era fuerte como un roble, tenía millones de planes y de sueños, que nosotros intentaremos llevar a buen puerto.

Y ahora, tenemos una maravillosa luna, que crecerá para darnos fuerza, que menguará para darnos tranquilidad, que se llenará para llenarnos de su amor, y que se esconderá para darnos paz, porque desde el cielo, siempre él nos cuidará.

Se nos ha ido, así, sin más, inesperadamente, como cuando en su amado valle cae la niebla y lo cubre todo.

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