Corriendo!!!

Cuando digo que las cosas pasan es que pasan. No me considero una persona de borrón y cuenta nueva, así, a la primera de cambio, en realidad me cuesta poner puntos finales, pero si soy de las que respiran, desean y si los deseos no llegan , van pasando página. A veces las circunstancias hacen que vuelva atrás, las circunstancias, o los sentimientos, que de pronto son mucho más importantes, mucho más intensos y fuertes de lo que hubiese querido, o de lo que hubiese imaginado.
Pero si no se dan, vuelvo a caminar lo desandado por mi idealista corazón y a seguir hacia adelante.

Pueden llamarme pedante, e incluso chapadita a la antigua en ciertas cosas, pero me gusta como soy, me gustan las normas de mi corazón, incluso cuando me disgustan.
El verano me dejó expuesta, expuesta y casi desnuda, desnuda, como una tonta que no sabe qué hacer, ni que decir, si, soy de bloquearme cuando los sentimientos pueden con mi serenidad mental, siempre he sido de bloquearme cuando alguien me importa de verdad. De pronto todo lo que tenía ganado a mi deseo, se había desmoronado en un solo instante, se tragó mi terreno como gritándome ¿A dónde vas sin mí?.
Los deseos si no van unidos a sentimientos son un foco de impulsos en mi vida.
Siempre me he dejado llevar por ellos ,sin importarme demasiado qué ocurrirá después. Pero, aunque no es lo habitual, cuando todo se mezcla es una bomba paralizadora en mí. Todo el arranque que tengo cuando no hay demasiado que perder, se vuelve miedo cuando mi corazón está en juego. Cuando de verdad alguien me toca el musculo de bombear sangre no sé ser yo. En mi corta historia, siempre que ha sucedido ,la otra parte implicada ha sido quién desempolvaba mis alas, quien me ha ido despojando de los miedos. Es cierto, me hago pequeña e insegura cuando alguien me descoloca. Supongo que es un miedo adquirido a no sentirme única en una historia en la que dos deben ser únicos. Así que suelo arroparme en historias que no implican más allá, y escapar de la historia de mi vida.

La otra tarde, con una de mis mejores compañías, rozamos este tema, lo rozamos, porque me avergüenza decir en alto que sí, que soy igual de tontina que cuando tenía dieciocho años. Y me dijo, como muchas otras veces me ha dicho a lo largo de los años, que ¿a qué tenía miedo?, qué el NO es algo que va siempre por delante, no hay nada que perder hasta que no tienes algo que perder.

Con veintitrés años me enamoré, me lié la manta a la cabeza, me fui a quinientos kilómetros con él, y , francamente, terminó siendo un fracaso , en su día muy doloroso. No me queda nada de aquella historia, tan solo el esfuerzo que debo hacer para recordar todo lo bueno, que mi cabeza y mi corazón decidieron borrar, lo bueno, y lo malo. Aquella historia existe en mi memoria, porque en sus inicios fue la persona que más supo agarrarme para que no escapase corriendo.

Cuando todo terminó, a los veintiséis, me enamoré de un amor de niña. Me lié la manta a la cabeza aún sabiendo que nuestra historia no terminaría siendo la historia de mi vida. Y creo que nos hicimos muy felices el poco tiempo que andamos jugando juntos. De aquella historia me queda uno de mis mejores amigos, con el que hablo ya de pascuas a ramos, pero sin duda, al que deseo todo lo que deseo para mí. De aquella historia, aunque él no lo sepa, no salí corriendo, solo supe que no merecía la pena andar jugando los dos, porque nuestros juegos, no llegarían a nada más que eso, juegos y un amor, que nunca llegaría a ser ese AMOR con mayúsculas que todos buscamos.

Para cuando andaba pasando página y jugando en una historia sin sentimientos, una de esas de deseo y punto, a mis veintiocho, y con la guardia baja, me ilusioné como nunca con un amor prohibido al que dejé dormir en silencio durante muchos, muchos años dentro de mis deseos más callados. No puedo decir que me enamoré, porque no tuve tiempo de saberlo, escape corriendo y , o no supo, o no quiso agarrarme para que no marchase. Sin saber si me enamoré, o tal vez no queriendo saber si lo hice, me fui escapando, me fui escapando de la historia que pensé que sería la historia de mi vida. He corrido durante estos dos años, dejando reposar mis alas, en aquella historia de deseo sin más, mirándome en otros ojos. Hasta que este verano decidió dejarme desnuda y expuesta de nuevo. A veces me pregunto porque me cuesta tanto ponerme a salvo de su recuerdo, a veces me pregunto por qué aún sigo corriendo después de dos años. Por qué me deja desnuda, expuesta e indefensa cuando lo veo.

Ha llegado el otoño, y creo haber andado el camino desandado este verano. Creo estar en el punto de partida en el que me encontraba. Abriendo mis ojos a otros ojos. Y creo haber perdido por salir corriendo. Pero también sé que es especial, tal vez el más especial de mi historia, y es por eso, porque si tenía mucho que perder, que tuve tanto miedo. Estoy segura que de la noche a la mañana, en ese estado de pasar página, llegará alguien que rompa mis esquemas, siempre ha sido así, de la noche a la mañana, estoy segura que a él también le llegará alguien que rompa sus esquemas, si no ha llegado ya, pero mientras eso no sucede, sigo corriendo para que no me pille si no quiere pillarme, para que me pille si quiere hacerlo.

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