Veintisiete de Enero


Es veintisiete de Enero, ya deja de hacer un año de, hoy tendría que estar en la oficina, curro hasta arriba y la cabeza lo suficientemente ocupada como para poder pensar en ese hace un año de, y sin embargo estoy en casa, con una baja involuntaria, con la piel llena de malos recuerdos, con un mal sabor de boca, gracias a un sueño demasiado desagradable, que ha traído a mi recuerdos olvidados ya. Como jode soñar con quien detestas, muchos años después. Es hoy cuando desearía no tener esa facilidad que poseo para recordar mis sueños, esa facilidad que tengo de soñar y despertar como si los sueños hubiesen sido una realidad.

Hace un año de, y se va olvidando todo, todo lo que uno no quiere olvidar, ¿por qué nos aferramos a lo que no existe?, supongo que es así, sin más, uno quiere de más cuando no se puede tener, ¿cómo puede cambiar tanto una situación?, creo que extraño más el antes de aquel invierno dulce, que el invierno dulce en sí, extraño esa ilusión, esas perversas miradas que llenaban cualquier lugar en el que se sucedía el encuentro, creo que extraño sin duda esas ganas de descubrir, más, cuando decía categóricamente no , aún diciendo aquel no con la boca pequeña. Extraño todo lo que deseaba, todo lo que me atraía, antes de aquel invierno dulce, en el que tal vez no supe dar todo lo que tenía por dar.

Hago repaso, repaso porque el sueño de esta noche me ha regalado un desafortunado reencuentro, el último que desearía tener. Cuando uno se topa con los malos recuerdos, cuando uno recuerda al perfecto idiota que le tocó por estadísticas, hace repaso, y se pregunta por qué demonios fue su subconsciente a refugiarse en quién no dejó apenas recuerdos buenos.

Reconozco que mi “perfecto idiota” ha sido la persona más embaucadora de mi vida, reconozco que nos enamoro a todos, reconozco sus esfuerzos para conseguir cada uno de sus propósitos, reconozco, porque sería de mal gusto no reconocerlo, que nadie tuvo nunca aquellos detalles que él tenía, aquella excesiva iniciativa para hacer planes, reconozco su romanticismo extremo, reconozco que me hizo sentir la persona más especial del universo, reconozco que es una lástima tanto trabajárselo todo , para que llegados a este punto, no sea capaz de recordar con estima, con dulzura ninguna de sus caricias, ni de sus miradas.

No me tomo por ser una persona de demasiadas relaciones serias, he tomado muy, muy poquitas veces la decisión de tener una relación con alguien, de dejarlo entrar de lleno en mi vida, y sí, tal vez sea miedo, o que el conformismo no es lo mío. O que simplemente me parece mucho más honesto no llegar a nada más, con quién no me vuelve extremadamente loca.

Y al final , me quedo con un puñado de buenos recuerdos de quién supo llegar a mí, con un muy mal sabor de boca tras un sueño desafortunado la noche pasada con mi perfecto idiota estadístico, y con un veintisiete de Enero que ya nunca volverá a ser cualquier día, con un invierno dulce que me supo a muy poco, el cual volvería a repetir una y otra vez, pero dejándome los huesos en él, como no supe hacerlo.
Es veintisiete de Enero, hace un año de, y ya está, ya no hay más hace un año de.

Comentarios

Entradas populares