"El Amor de mi vida"

"27 de Diciembre de 2009"

Me pongo a ello, me pongo a felicitaros las Navidades, después de la Navidad. Me pongo a ello, y creo que esta vez es la vez de ponerse a ello, de veras.



Me pongo a ello, y soy estúpida y arrogante, me nace dentro la niña engreída en la que me convierto cuando me siento herida, cuando algo o alguien me pone contra las cuerdas. Nada mejor que un borrar poco a poco huellas, nada mejor que ponerse a ello, de una vez por todas, y de todas por fin de una vez.



Mi última conversación telefónica ha sido punto de inflexión, mi última y las últimas…cuando no nace algo mágico y fuerte es porque uno no quiere abrir la puerta que está abierta, o más bien cerrar la que está abierta para abrir una nueva, es por eso que no resulta nada últimamente, porque tengo una puerta que cerrar para poder abrir una nueva. Por muy mágica que pueda haber resultado, si no avanza, es mejor mirar para otro lado. Y ya va siendo año de dejar de mirarte.



Es estimulante si te estimulan, es loco, si te enloquecen, y atrayente si te atraen. Si no hay estímulos, visuales, auditivos, olfativos, táctiles, gustativos y sensitivos, se va perdiendo, el recuerdo de una mirada, el tono con el que te susurraban, el aroma a esa persona, el sentir de las caricias, el gusto de un beso con sabor a café bien preparado, aún en las comisuras de los labios, y el sentir su presencia tras tu espalda. Sin estímulos, por mucho que uno se empeñe, se va olvidando, suavizando y dejando de importar. Sin estímulos hay dos partes, la parte que no los recibe, y por supuesto, la parte que no los da, ni los recibe, es reciproco. Sin estímulos, es mejor tener claro que puerta has de cerrar para poder recibir plenamente los estímulos que sí quieren llegar.



No hay nada que me cabree más que mi gilipollez innata. Tocando la misma puerta una y otra vez. Pues creo haber agotado la fuerza de mis nudillos, y por supuesto , creo poseer demasiados “dones” como para seguir tocando una puerta que, vamos a ser sinceros, no se abre, tengo, demasiada locura, demasiada ternura, demasiadas ganas de jugar, de reírme , de hacer planes, de sentir, de querer, de vivir, de soñar y crecer, como para seguir tocando una puerta, que no, no se abre, y de seguir escuchando como tocan en mi puerta , y yo emperrada en no abrirla, solo porque creo sentir magia, donde tal vez no la hay, sin más.



Hace unos días hablamos Oscar y yo, sobre “el amor de tu vida” y claro, con toda la razón del mundo, o con toda mi razón, que no tiene porque ser la razón del mundo entero, le explicaba que se supone que siempre que deseas más de la cuenta, o más que a nadie en ese momento, esa persona es “el amor de tu vida”, siempre que deseas más que una simple noche con alguien, que se remueve el estomago cuando sabes que lo vas a ver, cuando andas con el pavo en las venas, es “ el amor de tu vida”, aunque luego el “amor de tu vida” te dure un tiempo determinado, si no le pones un poco de magia, un poco de fe, un poco de, tal vez infantilismo, ¿qué nos queda?, tener el rollete de una noche, el lío de otra, estar con alguien solo por estar, con quién no puedas ser la persona más perversa y al mismo tiempo la niña más pequeña del universo. ¿Nos queda no soñar que hay algo más?

Acabe aquella conversación entre risas, explicando que claro, si teníamos en cuenta que en algún tiempo no muy lejano, o muy lejano ya, él había sido el “amor de mi vida” y ahora estábamos hablando del “amor de mi vida” y él no estaba en esa frase… igual es que yo no ando muy fina en mis percepciones.



El caso es que en ese momento desee con todas mis fuerzas no haber crecido, porque crecer te da decepciones, desee no haberme equivocado, desee para mí un solo príncipe imperfecto, y no piedras con las que tropezar, pero lo desee solo por un instante, porque haberme equivocado, me hizo ser quien soy, y saber, que nunca todo está acabado, y que cuando uno siente que debe dejar de tocar una puerta, por mucho que desee abrirla, se deja de tocar y tarde o temprano se abre otra puerta, porque si algo tengo claro, es que el amor, siempre llega cuando uno está solo, solo que uno se empeña en dejar abierta la puerta equivocada, y también sé que uno no debe dejar de creer en lo maravilloso que es sentir, solo porque no salió bien, o no salió como uno esperaba.



Así que a todos, os deseo que sigáis dándoos la oportunidad de creer en las cosas mágicas que suceden, que nos suceden día a día, los que tenéis al lado al “amor de vuestra vida”, que lo disfrutéis, que juguéis, y que os digáis lo mucho que os queréis, que aunque el romanticismo parezca estar en desuso, es maravilloso, y muy ñoño, pero es importante porque el romanticismo estimula, y los estímulos hacen crecer la pasión y el amor. Que os pongáis el mundo por montera.



A los que no tenéis al “amor de vuestra vida” al lado, espero que sea porque estáis solos, y no porque os habéis conformado con el primero o la primera que pasó.

Y a mí misma, me deseo seguir siendo igual de petarda, saber mirar para otro lado, y cerrar la puerta en la que nadie espera, para abrir puertas.



Feliz año nuevo. ¿Sabéis que los años pares son sin duda los mejores?

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