Mis tres grados...un tiempo después"

"ocho deEnero de 2010"

He vuelto con mis tres grados, tres grados que me han traído los reyes, así que, junto a los nervios de anoche, de esta mañana, el agotamiento de la sobremesa infinita de hoy y los dichosos tres grados, me he venido a casa extrañando en demasía mi otra casa y haciendo un pequeño balance de todo lo que ha sucedido este año, de todo lo que extraño y de todo lo que no he extrañado.

Creo no haberme enamorado, me repito una y otra vez que no lo hice , tal vez porque por convencimiento propio es todo mucho más sencillo, creo firmemente no haberme enamorado porque me fui cuando no quise irme, pero me fui, así que, aunque sienta todo lo contrario, creo no haberme enamorado.

Ha sido un año de resurgir, creo que a medida que cumplo años me voy volviendo más niña ,o ese lado infantil que vive en el rincón de mi locura se hace fuerte y latente, así que sigo siendo una pequeña loca a la que le gusta ser como es, irremediablemente tontina, buena y mala.

Me he sentido invisible, como cuando llevaba las gafas “tapacaras”, pero a veces no está de la mano de uno cambiar determinadas cosas, por lo que no lo pienso demasiado, doy libertad a quien no quiere mi cariño, a quién no quiere, sin más, nada mío, aunque me duela el alma cada vez que me veo tras esas gafas, cada uno decide a quien llevar de la mano en su camino, y a veces, por mucho que no quieras soltar una mano, la sueltan, y no se puede hacer más, que respetar la decisión de no caminar cerca de uno, y acostumbrarse a las nuevas sensaciones, desconocidas hasta el momento.

Ha sido un año de emociones, de muchas sonrisas, y de alguna que otra lagrima, todas y cada una de ellas con nombres propios, las sonrisas y las lagrimas, todas y cada una de ellas. He tenido alguna historia de paso, he sido firme en mi decisión de cambiar el rumbo de mi historia, pero aún no he encontrado la forma de querer otras caricias, otras miradas, otros juegos, por lo que mi historia de paso pronto dejo de serlo, tal vez porque cuando algo no es capaz de complementar un todo no merece la pena quedarse más de la cuenta. Una historia de paso que no extraño, y una historia que quedo fundida en las nieves pasadas a la que extraño inexplicablemente, con estos mis tres grados.

Ha amanecido, y desconozco los grados que tengo en la piel, nieva, flojo, apenas sin fuerza, pero no cesa, bendito mi ordenador de guardia, bendita esta guardia que me compensa las horas pendientes del teléfono, dejando que me quede hoy en casina viendo nevar, currando y escapando del curro con un cafetín sin miradas en mi nuca, insistentes. Bendita guardia que me deja hoy un respiro de silencio, currando aún con el pijama puesto y mis tres grados del regreso de anoche a casa revolviendo por dentro.

Ha sido un año de decisiones importantes, me he equivocado, una y otra vez, y la verdad, apenas me importa reconocer que sí, me equivoco con pasmosa facilidad.

Y llegaron los Reyes, con tres grados sin dueño, o con dueño, pero sin él, con frío, con nieve, con un mucho de echar de menos, un poco de no hacerlo, con nostalgia, con un café que da vueltas al son de mi cuchara, esta vez de acero inoxidable. Con un año detrás en el que creo no haberme enamorado…porque con el convencimiento propio de no haberlo hecho, se puede con lo que dice el corazón, o no.

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