" Aquella, mi habitación con vistas a la mañana..."

De cómo escribir sobre un instante maravilloso cuando no sabes si sabes ya escribir…



Puedo decir que hace muchos años, muchos, que nadie sabe hacer sonar la canción que mi alma lleva dentro, seguramente sea yo la culpable, que voy topándome con todo aquel que tiene escrito en la frente un “Sin Compromiso”, “Sin Amor”, “Sin Esperar Nada a cambio”, “Sin Mañana”, “Sin Sueños”, “Con las justas caricias” , “con los justos mimos”, “con los pies en la tierra”, “con las mínimas ilusiones”, seguramente sea yo la culpable, de encontrar magia donde no la hay, de esperar donde no debo, tal vez sea yo la culpable de esta falta de ilusión porque me quieran.

 

Y la puerta cerrada hace tiempo me llamaba, ven, ven a ver lo que hay detrás, ven, ven a sumergirte en todo lo que espera por ti, ven, sin miedo, ven…puse mi mano en el pomo, gire, abrí …y sonó mi canción… que manera de tocarme el alma, que manera de mimar mi espalda, que manera de agarrar fuerte mis caderas para no dejarme escapar , que manera de pintarme el vientre para matar los nervios que siempre juegan por allí, que manera de inmovilizar mis pulgas, de alterarlas, que manera de llevarme a mirar el mar, hasta que la mañana quiso acariciar mis sueños, despiertos.

Y viajé, por los cañones que recorrían la vera de la mar inmensa, subí hasta la cima, acaricie cada una de las estrellas que desde allí pude alcanzar, me lleve alguna en el descenso, suave y tranquilo, para volver a subirla , por miedo a que perdiese su brillo entre mis manos, por miedo a llevármela del lugar donde debe estar, para que quien suba hasta allí, pueda acariciarla, una y otra vez, y una noche más.

Me sumergí en el mar, para disfrutar de la noche, y deje que la noche viniese a mi, a empaparme de calma el nervio, de nervio la calma, en la medida perfecta , en la justa desmedida , y dibuje sus sueños en mi piel, y espere la mañana entre sus brazos, sin importarme el después de en exceso.

Y antes de dejar que la puerta se cierre de nuevo, que el zapatito de cristal caiga, que la calabaza sea calabaza y yo eche a correr, antes de dejar de escuchar la canción del alma mía, te susurrare bajito o fuerte , que abraces cada uno de mis fríos, cada uno de los jirones con los que está hecha mi piel, hasta que la mañana quiera dejar de venir a nuestro despertar, hasta que no recuerde cómo se abre la puerta que te lleva a ver el mar , a acariciar estrellas, allí, donde el amor y la pasión hacen que sepa escribir incluso habiendo olvidado hacerlo.

Encontré una habitación con vistas , desde ella pude ver mi alma, mi corazón y mi piel jugando al amor, y al sexo más puro, bañándose en sueños con olor a dulzura, a pasión, extremando mis extremos más básicos. Una habitación con vistas a los rincones más escondidos de mis deseos.

De cómo escribir sobre un instante maravilloso cuando no sabes si sabes ya escribir…

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